El gobierno ha logrado controlar
momentáneamente la “macroeconomía”, y lo principal, no solo desde el punto de
vista económico sino también político, bajar la inflación. Aunque algunos
números nos pueden generar dudas, es cierto que viene bajando y en noviembre y
diciembre se prevé que seguiría oscilando alrededor del 3%. Como se trata de un
gobierno burgués, Milei obtuvo este resultado haciendo pagar un precio
altísimo, a los trabajadores con una gran caída salarial y con muchos despidos,
suspensiones y cierres de empresas, ajustando a los jubilados a la salud y a la
educación. Para bajar la “fiebre” inflacionaria “enfrió” terriblemente la
economía, parando casi a cero algunas ramas de la producción. El eje de esta
“estabilidad macroeconómica” ha sido el terrible ajuste fiscal, es decir,
la motosierra -recortes
del “gasto” que paralizó las obras públicas y las transferencias a las
provincias, y despidiendo trabajadores estatales- y licuadora a fondo -realizando una devaluación del 118% que
liquidó los salarios y una desregulación de las tarifas de servicios y
transporte-. Encima en diciembre se viene otro mazazo a la luz, nafta,
alquileres, prepagas, etc.
Entonces, claro, bajó la inflación,
pero la pobreza alcanza niveles similares a los del 2002, arriba del 50%, con
salarios que llegaron a ser los más bajos de Latinoamérica. En octubre, según
el Indec, una familia para no ser pobre necesitaba 1 millón de pesos. En los
últimos 3 meses, los salarios privados repuntaron un poco, pero no alcanzan ni
de casualidad a los niveles de noviembre del 2023. “El empleado público es el que más poder adquisitivo está perdiendo en
estos meses. En el mes de septiembre tuvo un ingreso real equivalente al 84% del que tenía en noviembre de 2023,
es decir que perdió un 16% de ingreso real respecto a ese mes. La mayor caída
se había registrado en febrero con 22%”. Ismael Bermúdez, Diario Clarín. El
gobierno te hunde la cabeza 3 metros debajo del agua. Después te deja subir un
metro y dice que como estamos más cerca de la superficie “hubo una
recuperación”. Pero mientras tanto los trabajadores seguimos aguantando la
respiración debajo del agua.
El gobierno se llena la boca
hablando de que bajó la inflación, pero no dicen que eso no es garantía de que
la economía crezca y menos que menos que ese crecimiento vaya a favorecer a los
trabajadores. Si vamos al caso, hay un montón de países de la región que tienen
números todavía más bajos, sin embargo, tienen índices de pobreza y precariedad
laboral altísimos Perú, Chile, Paraguay, Ecuador, etc.
En realidad, cuando se habla de que
resolvió la “macro” quiere decir que, hasta
octubre, al menos, la burguesía había cerrado filas detrás del gobierno
buscando reubicarse ante la nueva situación política y económica, dándole
“gobernabilidad”, aprobándole las leyes principales y dándole la potestad de
gobernar por decreto y dejándole pasar los vetos a la movilidad jubilatoria y
al financiamiento universitario. La unidad de la burguesía y el imperialismo
alrededor de los ejes centrales del ajuste del gobierno y las reformas
estructurales (entre ellas la laboral) creó un “clima” de confianza favorable
para el blanqueo de capitales, que llegó a casi U$S 20.000 millones. A
estos dólares se sumó la gran liquidación de divisas de la burguesía agraria,
que mantenía una presión para devaluar la moneda, pero terminó aceptando “las
reglas del juego” del gobierno. Es que no le servía seguir reteniendo, porque
con el blanqueo y los dólares del carry trade el gobierno podía aguantar esa
presión, manteniendo el dólar estable. Fue un octubre atípico, ya que siendo un
mes en el que no se liquidan divisas, se vendieron granos como nunca.
Hubo un informe del CAME
(Confederación Argentina de la Mediana Empresa) registrando una cierta
recuperación en el consumo, del cual el gobierno se vanagloriaba diciendo que
se terminaba la recesión. Pero lo que no decía el gobierno es que ese aumento
del consumo lo arrastraba el 10% de la población, es decir de la pequeña burguesía
que tiene poder de compra, pero no de la clase trabajadora y el pueblo pobre
que se endeuda con la tarjeta de crédito para pagar alimentos.
Cuando el despreciable de Manuel
Adorni dice que empezó a crecer la economía, no dice que esa recuperación es
muy incipiente, desigual y
que ni siquiera alcanza a los niveles previos de noviembre 2023. La
construcción, que es uno de los sectores que más dinamiza la economía, sigue
casi parado. En la Industria: la capacidad instalada mostró una tibia suba
mensual en septiembre, pero sigue lejos de los niveles de 2023. Solo el
petróleo y pesca crecieron, pero la siderúrgica, la industria automotriz y los
textiles están muy por debajo del año pasado. Por otro lado, los grandes
capitales plantean que hasta que no se levante el cepo, no realizaran grandes
inversiones.
Por eso ya casi entrando en
diciembre hay sectores que empiezan a poner en dudas el plan a mediano plazo,
principalmente los industriales. Fueron en ese sentido las palabras de Paolo
Rocca, que no se podía competir con los productos chinos, y también en la
última reunión de la UIA se escucharon voces críticas hacia el gobierno y el
curso económico que está afectando a la industria. Es que ya cerraron 16.500
pymes y se anuncia el cierre de otras 25.000 para el 2025.
Qué puede
pasar con el nuevo gobierno de Trump
Todo hace pensar que, si Trump hace
lo que prometió durante su campaña electoral, no beneficiaría a la economía de
los países semicoloniales como Argentina. Una suba de los aranceles hasta un
60% para los productos chinos y aranceles del 25% para Canadá y México, más un
alza adicional del 10% para las importaciones europeas, haría subir la
inflación de EE-UU. Esto obligaría a la Reserva Federal (FED) a subir la tasa
de interés, lo que haría que los capitales fluyan hacía EEUU. Por otro lado, al
subir las barreras arancelarias perjudicaría los productos de los países que
exportan a EEUU. Es probable que una parte de esos productos chinos (y de otros
países que tienen ventajas comparativas en precios), que no se realizan en el
mercado yanki, entren al mercado argentino ya deprimido, por la política del
gobierno de favorecer las importaciones, lo cual agravaría la crisis de un
sector de la industria y provocaría más despidos.
Nosotros pensamos que pueden pasar
varias cosas, a corto plazo y mediano plazo. Si la situación sigue así, con la
economía “estabilizada”, van a mantener la bicicleta financiera con el cepo
hasta que puedan conseguir un préstamo de dólares. A favor, el gobierno tiene
el superávit en dólares que puede obtener de la exportación de energía, con
Vaca Muerta. Pero los analistas burgueses coinciden en que tampoco es
cualitativo. En contra, los dólares que se van a ir por el turismo al exterior
en este verano. Se habla de una fuga de 3000 millones, que se sumarían a los
dólares que salen por las importaciones. Ahora Caputo dice que el FMI le daría
un préstamo de 12000 millones de dólares, pero, por lo menos hasta ahora, ese
préstamo estaba condicionado a la exigencia de una devaluación. También la
devaluación del real, al encarecer las exportaciones argentinas a ese país
(principal destino de las exportaciones industriales) presiona sobre la moneda
nacional. La razón por la cual el gobierno no quiere devaluar, no es porque le
interesen los bolsillos de las familias trabajadoras, que el mismo Milei se
encargó de vaciar, sino porque la inflación baja va a ser el principal
caballito de batalla para las elecciones de octubre 2025. Diez meses, para cómo
está la situación en nuestro país y en el mundo, parecen un siglo.
La otra es a largo plazo (es decir
durante los 3 años de mandato que le quedan). Algunos trabajadores se engañan
por el hecho de que la inflación bajó y creen que hay que esperar, que si bien
la situación es dura el gobierno va por el buen camino, o por lo menos quieren
esperar a ver para donde va todo esto. Nosotros creemos que dada la situación
internacional ni a este gobierno ni a ningún otro le va a ir bien porque en el
horizonte se acumulan nubes negras de tormenta. Como lo venimos diciendo, la
situación internacional se encamina hacia una tercera guerra mundial. Si esta
situación se demorara en estallar un par de años, sin que hubiera grandes
luchas en nuestro país, entonces nos iría muy mal a los trabajadores ya que en
ese caso vamos a un proceso de acumulación
de capital totalmente diferente, con baja inflación, pero con muy pocos
sectores industriales. Sin educación, ni salud, ni universidad pública, con
niveles de pobreza cercanos al 70% y principalmente con difíciles condiciones
para la organización sindical. En
síntesis: como cualquier otro país de América Latina. Chile, Perú,
Ecuador, Paraguay, etc. Exportadores de materias primas y alguna que otra industria,
pero marginal. Con niveles cada vez más altos de cuentapropismo -más altos que
ahora-, es decir trabajadores independientes que no tienen acceso a jubilación,
ni a una obra social, ni aguinaldo, ni licencias, etc., como, de hecho, ya está
pasando hace años, pero mucho peor.
Las dos
caras de la misma moneda semicolonial capitalista
En este “maldito” péndulo de la historia argentina, los trabajadores vamos – como dice
el tango- “dando tumbos”, de sufrir la hiperinflación a padecer una
hiperdesocupación, y como resultante de esas dos variables tenemos cada vez más
pobreza.
En el gobierno anterior, con los
peronistas/kirchneristas, le daban a la “maquinita” de impresión de pesos, y
vía inflacionaria nos licuaban los salarios facilitando la transferencia de
ganancia al gran capital; así terminamos con el gobierno que “venía a llenarnos
la heladera”: 40% de pobreza y trabajadores en blanco con salarios de pobreza,
cuando la burguesía se la llevaba con pala.
Ahora los liberales hacen un ajuste
tremendo, permitiendo que el gran capital financiero imperialista nos hunda el
cuchillo hasta el fondo y estamos al 55%, o sea 15% de pobres más en 12
meses. Síntesis: Las dos caras de una misma moneda
capitalista.
Nos dicen algunos adoradores de
Néstor K, que en su gobierno había superavit comercial y fiscal. Sí, claro,
porque aquellos años existió un impresionante viento de cola con precios
altísimos de los commodities, y una gran devaluación del salario durante el
gobierno de Duhalde (mayor a la de diciembre pasado), que permitió una
acumulación que duró unos pocos años hasta el 2008 y luego vino la crisis
internacional (donde los grandes Estados imperialistas pusieron 18 billones de
dólares para rescatar a las grandes empresas y a los bancos).
Después vino el gobierno de CFK que
no resolvió ninguno de los problemas estructurales ni energéticos, ni de
transporte, y las “grasas acumuladas” le duraron hasta que tuvo que aplicar una
nueva devaluación en enero del 2014, estando Kicillof de Ministro de
Economía. Y no solamente que pagó religiosamente al FMI y que aumentó la deuda
interna, sino que terminó la famosa “década ganada” con 30% de pobreza, después
de que entró al país plata como nunca en la historia en Argentina, o sea, como
dijo CFK, “los grandes capitales se la llevaron con pala”. Tal vez sea eso lo
que los trabajadores peronistas no pueden entender, que con los dos últimos
gobiernos de CFK, mientras sus salarios bajaban, los capitalistas ganaron como
nunca.
Encima, para disputarle a la
“derecha” la gran “estratega” puso de candidato a Scioli, luego a Alberto y
para rematarla a Massa…. y así estamos. Ahora le dice al senador José Mayans
que ella no lo quiere “voltear” a Milei y su hijo “aloe vera” (tiene un montón
de propiedades) dice que hay que aguantarse el veto de Milei, porque es un
instrumento legítimo del Presidente…, claro, si ellos gobernaron igual, por
decreto. Total, están “forrados de verde”, ambos, qué les puede interesar el
pueblo trabajador. Debe ser en parte, por eso, que para ella “no hay ningún
sistema mejor que el capitalismo”, como se ha cansado de decir.
Tampoco sirve tener 2 o 3 diputados
más, como hace el FIT-U, sino se utiliza esa tribuna parlamentaria para
explicar que la única salida para los trabajadores es la revolución socialista,
pero no como hace el Chipi Castillo, que en un reportaje con Fantino trata de
explicar qué es el socialismo como si fuera un cuentito para niños, como si
hubiera que prescindir de la dictadura del proletariado y de la insurrección
armada, no vaya a ser que espanten a la clase media progre que los vota,
hablando de la violencia revolucionaria. Ellos se ubican como ala izquierda del
régimen, por eso cuando aprieta un poco la situación política se colocan como
ala izquierda del régimen capitalista, sacando la inefable consigna para todo
tiempo y lugar: Asamblea Constituyente.
Como le decimos aquellos compañeros
que nos leen siempre, no queda otra, esto se resuelve con la revolución
socialista, un gobierno de trabajadores que expropie al gran capital y
planifique la economía es la única manera en que podemos salir del atraso económico
y empezar a resolver el problema de fondo, que es que somos un país
semicolonial que tiene una industria con una tecnología atrasada. Y según lo ha
expresado la historia, eso no lo puede hacer la clase obrera espontáneamente,
para eso necesita construir un partido revolucionario, es la tarea en la que
estamos, que es muy dura pero imprescindible, a la que te invitamos a
participar.
2/12/24
Mariano López
Militante del Partido de la Causa Obrera (Argentina)
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