La
burocracia político-sindical del PC y Patria Roja no se privó de cualquier recurso
para perseguir que las bases de la CGTP hipotecaran su voto al liberalismo de
Verónika Mendoza, tal como lo hizo con Humala y el ultra-reaccionario Kuczynski.
Ocurrido el fracaso electoral, se volcó a la campaña de Perú Libre, mellizo
programático, con los ahora patentes resultados del nuevo gobierno del Estado
Burgués a casi dos meses y medio.
Castillo
asumió el 28 de julio con un discurso cuyo desarrollismo podría haber suscrito
cualquier político neoliberal: ninguna política estatista. A partir de allí
Castillo, Cerrón, Bellido y Francke dirigían un gobierno únicamente interesado
en mantener la “estabilidad” económica para los capitalistas y la
“gobernabildad” de la falsa democracia. A esta realidad se reduce siempre
cualquier retórica del seudo-izquierdismo pequeñoburgués oportunista, que en
este caso incluye una conocida trayectoria machista, homófoba, xenófoba y
corrupta.
Ya
a días de iniciado el gobierno los trabajadores pudimos comprobar, también, que
no solo se trataba de ponerse a los pies de Julio Velarde y sus S/. 42.000 de
sueldo en el BCR, sino de continuar sirviendo a los contratos lesivos del
imperialismo chino y su Tratado de Libre Comercio, como demostró la cercana relación
establecida. Un ficticio “gobierno del pueblo” contra el pueblo.
Castillo
prorrogó por segunda vez en su mandato el Estado de Emergencia que conculca
derechos fundamentales. Una medida decretada por Vizcarra y mantenida por
Sagasti bajo pretexto de la pandemia, cuyo sentido es instaurar un virtual
co-gobierno con las Fuerzas Armadas y Policiales. Dos semanas atrás había
mantenido la postración del Perú a los EEUU mediante el apoyo a la
"agencia de cooperación" norteamericana (USAID), mientras se negaba a
elevar el sueldo mínimo que hasta Kuczynski incrementó en su momento y que no
debería bajar de S/. 2500 para ser digno.
En
Washington Castillo prestó sumisión a la OEA, ofreciendo el país a los
capitalistas de la Cámara de Comercio norteamericana, al Banco Mundial y al
Fondo Monetario Internacional, como lo hicieron siempre todos los gobiernos
anteriores. En México se reunió con el multimillonario Carlos Slim, animándolo
a continuar engulléndose este país. Su Ministro de Comercio Exterior Roberto
Sánchez, camarada del PC y Patria Roja en Juntos por el Perú, garantizó a los
millonarios mexicanos del turismo todos sus intereses y anunció exultante la
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los imperialismos
canadiense, japonés, australiano y otros países, que firmó Kuczynski quince
días antes de renunciar (TPP-11). Es la viva imagen del actual gobierno neoliberal
y pro-imperialista. Luego, de regreso al Perú, Castillo enalteció a las Fuerzas
Armadas, masacradoras y terroristas de Estado, por su aniversario.
Finalmente, hace dos días, el Mensaje a la Nación ha consagrado un "...compromiso con la inversión privada (...) por encima de toda ideología". Es el gobierno de Castillo, Francke y Velarde que ahora, despojado de Cerrón, toma un abierto cariz caviar, siempre con el beneplácito del aparato estalinista -neosocialdemócrata liberal- dominante en la CGTP, el mismo que fue acólito de Vizcarra y Sagasti, siempre dispuesto a “consensuar” toda política capitalista contra los trabajadores en el Acuerdo Nacional o anhelando el Consejo Nacional del Trabajo, y a engañar sobre este “gobierno popular… de nuevo modelo económico”. Esas cúpulas traidoras se auto-titulan ahora “Frente por la Democracia y la Gobernabilidad” (por la seudo-democracia burguesa) como hasta hace poco tenían el descaro de auto-proclamarse “Asamblea Nacional de los Pueblos”.
1 comentario:
Ya en noviembre del 2020, con ocasión de la crisis por a vacancia de Vizcarra, el PC, Patria Roja y la cúpula de la CGTP habían demandado un "Gobierno Democrático", es decir un nuevo gobierno burgués con la participación de la burocracia seudo-izquierdista. El 9 de noviembre Patria Roja anhelaba: "la más amplia unidad de la izquierda, el progresismo, los sectores democráticos y patrióticos...". El día 18 la dirección de la CGTP arengaba por "Por Democracia Popular y Asamblea Constituyente". La participación de la burocracia y el seudo-progresismo en un gabinete neoliberal sería lo que convertiría en "popular" a un nuevo gobierno de la clase dominante. El 8 de octubre, la convocatoria al "III Encuentro de la Asamblea Nacional de los Pueblos" se había dirigido a "los ciudadanos en general" para buscar un nuevo "pacto social" y apoyar a las "fuerzas progresistas y populares en el proceso electoral".
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