Sagasti, el responsable de tres asesinatos policiales de jóvenes obreros agroindustriales, no movió un dedo durante dos meses para prevenir la llamada “segunda ola” infecciosa presentida ya en noviembre y producida a finales de año. Ahora dicta una cuarentena desde el 1 de febrero en medio del nuevo desastre: otra vez cerca de 800 muertos diarios (cálculo a partir de las cifras del Sinadef) y los hospitales colapsados. Si Vizcarra tasó en nimios S/. 760 el derecho a recibir algo de la riqueza producida para paliar treinta días de confinamiento forzoso, Sagasti lo ha convertido en ridículos S/. 600, siempre para la población en peores condiciones únicamente, relegando al resto del pueblo trabajador. Esta ruindad pretende ocultar la gran urgencia de un bono trabajador universal de S/2300, que establezca esa cifra como el estimado más cabal de un sueldo mínimo en el país. Solo dos meses le ha tomado a Sagasti ocasionar los tres muertos que a Vizcarra le tomaron más de dos años y ya lo ha superado en la bajeza de sus bonos. A este paso Sagasti puede convertirse en un genocida mayor que Vizcarra y sus 100.000 víctimas.
29.01.21
Revolución Permanente