noviembre 24, 2010

Elecciones 2010 – 2011: Un enfoque marxista. El nefasto papel de la "izquierda" y el frentepopulismo.

El proceso electoral burgués, con sus clásicos acomodos y reacomodos, una vez más nos permite apreciar hasta donde están dispuestas a llegar con su traición las actuales dirigencias del movimiento obrero y popular. Las masas movilizadas, agobiadas por la miseria galopante e irreversible dentro del marco capitalista, reiteradamente vienen siendo conducidas a callejones sin salida por burócratas y caudillos cuyas políticas se derivan de la preservación de sus privilegios y desembocan en el sostenimiento del orden burgués.

Es un hecho que las masas trabajadoras en su gran mayoría aun abrigan esperanzas en las elecciones burguesas, por lo tanto, si demandan una alternativa electoral son sus organizaciones las llamadas a unirse para lanzar candidaturas propias sin incluir a representantes de la burguesía. Además, la presentación de candidaturas debería ser una expresión democrática de la voluntad de las bases, desterrando el viejo autoritarismo impuesto por las burocracias sindicales y políticas. Esta forma de erigir una expresión electoral clasista ni de lejos es insinuada por la burocracia sindical; en julio el Secretario General de la CGTP Mario Huamán declaraba a la prensa: “Conversé con el padre Marco Arana, con todas las izquierdas y con el Partido Nacionalista. (...) Reitero, no debe haber ocho candidaturas del sector popular o progresista, deben hacerse los esfuerzos para forjar una sola” (1) , desconociendo que los trabajadores, fuerza productora de la sociedad, jamás deben coaligarse con sectores de la burguesía que una vez en el poder siempre arremeten contra ellos.

El apoyo crítico:
Para los comunistas es claro que la construcción del poder de los trabajadores jamás será por la vía electoral, ya que son los propios trabajadores de la ciudad y el campo quienes deben levantar organismos de confluencia y autodeterminación de masas encaminados a desarrollar su poder político, órganos incompatibles y enfrentados desde el principio con la burguesía y sus instituciones. No existe vía alternativa; el Estado burgués sólo caerá mediante la lucha de las masas organizadas y bajo la conducción de un partido obrero revolucionario. Sin embargo, una táctica electoral consecuente con los intereses de los explotados puede permitir ganar valiosas lecciones de organización política, principalmente a los trabajadores más jóvenes, creando además un espacio dinámico para la discusión y difusión de un programa político revolucionario.

El apoyo crítico no se encuentra fuera del repertorio revolucionario, por ejemplo se le podría brindar a un partido reformista de trabajadores eventualmente enfrentado con una candidatura burguesa, pero criticando abiertamente su programa político reformista (pro burgués) o centrista y sólo si dicho partido cuenta con la simpatía de una porción considerable de las masas. Pero en este momento la situación es muy distinta, los parásitos a la cabeza de las organizaciones obreras obedeciendo a sus apetitos personales llaman a votar por candidatos de partidos burgueses, ante esta política colaboracionista sólo existe lugar para el más enérgico repudio.

Los autoproclamados “socialistas” mantienen un enfoque muy distinto y no tardaron en apoyar, “críticamente” en algunos casos y plenamente en otros, a las denominadas candidaturas “alternativas” o “progresistas” vale decir a la izquierda burguesa. Esa es la táctica electoral del variopinto revisionismo seudo marxista, lo lamentable es que muchos jóvenes en sus filas, tan entusiastas como desorientados siguen dispuestos a seguir esta errada política, tal como ocurrió en las pasadas elecciones municipales y regionales.

Otras opciones… ¿Pizango?
Para los contestatarios y “anti neoliberales” las opciones electorales no se limitan a Villarán, ya coronada con un apretado triunfo, Ollanta Humala o el cura Arana, también tienen a Pizango ¡Caray! Y cómo no apoyarlo si sería el supuesto artífice de levantar en armas a las heroicas masas indígenas en el histórico “Baguazo”, aunque poco después él mismo lo negara rotundamente: “Yo estuve en contra de la toma de carreteras, yo siempre he manifestado eso (…) si me hubieran dicho vamos a matar yo estoy en contra de eso, cuando sucedieron estos hechos lamentables y me comenzaron a perseguir yo dije ¡que culpa tengo yo! ¡Acaso yo he mandado a matar!” (2) .

Un joven activista convencido que Alberto Pizango es un aliado natural de la revolución, me esbozó algunos detalles de su vida; perteneciente a la etnia Shawi, desde los 17 años maestro de escuela en su comunidad, padre de familia con cuatro hijos, más tarde como presidente de la Aidesep (3) asumió una oposición recalcitrante frente al gobierno aprista y su intención de saquear los recursos naturales amazónicos. “¡Pizango es un representante genuino de nuestro pueblo!” me increpaba, eso es cierto, pero lo relevante es que sus aspiraciones son meramente reformistas y si bien los choques más duros que su posición ha tenido con el gobierno fueron fruto de la justificada defensa de los ancestrales territorios indígenas sus perspectivas jamás trascendieron el marco capitalista.

El enfrentamiento en “la curva del diablo” donde decenas de hermanos nativos ofrendaron sus vidas, sirvió para demostrar que la población indígena levantada en armas estaba muy por delante de sus dirigentes, quienes consideran que la insurrección consiste en lanzar a las masas contra las huestes de la burguesía (policía – fuerzas armadas) para conseguir una mísera concesión gubernamental.

Luego del heroico “Baguazo” vinieron las humillantes “mesas de negociación” y el gobierno de García volvía a respirar con relativa tranquilidad, ¡punto para el Estado Burgués!. Quedando claro que el movimiento indígena amazónico tiene en su actual dirigencia un pesado lastre del que debe desembarazarse lo antes posible.

Para los revolucionarios, por el contrario, la insurrección de las masas organizabas tiene como objetivo destruir por completo el poder burgués, esta magna tarea sólo podrá realizarse bajo la dirección de un partido revolucionario de carácter proletario, ya que los intereses de la clase obrera chocan directamente con los de la burguesía. Este tipo de partido es el único capaz de conducir y evitar el extravío de los explotados en el camino hacia su emancipación plena. No existe un instrumento político alternativo, el resto son ilusiones que hace tiempo debieron pulverizarse bajo el peso de la experiencia histórica.

El frentepopulismo, una traición a todos los explotados:
El frentepopulismo, es decir la alianza programática entre representantes de la burguesía y organizaciones de trabajadores (bajo el dominio socialdemócrata o stalinista) constituye una flagrante traición a los explotados, ya que el bloque en su conjunto siempre responde a intereses burgueses, lo que desemboca en un inevitable retroceso del movimiento de masas. Los antecedentes de esta política colaboracionista se remontan a la década del 30, cuando en Francia (4) y España (5) las direcciones stalinistas y socialistas desviaron al movimiento obrero hacia la colaboración con la burguesía enmascarándola como una alianza del proletariado con la clase media.

En Francia el Frente Popular fue un instrumento útil para contener el ascenso de masas mediante algunas concesiones a los trabajadores (reconocimiento del derecho sindical, aumento irrisorio de salarios, etc.). En España otro nefasto frente popular apoyado por stalinistas, socialdemócratas y anarquistas se encargó de anular la posibilidad de una revolución proletaria en el marco de la Guerra Civil (1936 – 1939), además desarmó al proletariado organizado facilitando el ascenso del ultrareaccionario régimen franquista.

Las políticas frentepopulistas, aun cuando no colocan a sus representantes a la cabeza del Estado burgués contribuyen a su sostenimiento, por ejemplo en Argentina la denominada Izquierda Unida (1988), engendro del MAS (Movimiento al Socialismo) y el PC, a pesar del rotundo fracaso electoral (6) brindó su cuota en aras de la estabilidad del Estado burgués pregonando a los cuatro vientos que era necesario “democratizarlo” negando la necesidad de destruirlo. La IU (7) en Perú (1980 - 1995) también le permitió al Estado burgués superar momentos críticos, desviando la atención de las masas e impidiendo el surgimiento de órganos de poder proletario. Como “oposición” sirvió de contrapeso estabilizador a la “democracia” burguesa; la IU jamás planteó el derrocamiento de los gobiernos burgueses con los que convivió, por el contrario, estableció una relación simbiótica con ellos basada en “jugar a la oposición”, así sostuvieron al gobierno genocida y corrupto de Alan García (1985 - 1990), llamando luego a votar por Fujimori (1990) cuyo régimen ultrareaccionario asestaría durísimos embates al movimiento obrero que aun no logra superar.

Los años han pasado y en Lima, nos tomó por sorpresa la candidatura de frente popular presentada por un improvisado partido burgués “Fuerza Social”, que de la mano del PC, Patria Roja – MNI, etc. se convertía en la segunda expresión visible de la izquierda burguesa después del Partido Nacionalista Peruano. Y si bien dentro de este sector existieron algunos “coqueteos”, en estos meses tampoco faltaron los desplantes públicos, siendo incierta la conformación de un frente popular unificado a nivel nacional. Pero es un hecho que la burocracia sindical y los partidos reformistas enquistados en el seno del movimiento obrero continuarán pactando con diversos sectores de la burguesía bloqueando así el surgimiento de la independencia política de los trabajadores.

Nos encontramos en meses aleccionadores en los cuales caudillos, burócratas, reformistas y revisionistas de toda laya exhibirán de cuerpo entero su oportunismo. ¡Estemos atentos! Hoy la demagogia barata satura los medios de comunicación, inunda las calles y las plazas, irrumpe en las asambleas de base, y no proviene sólo de los vasallos del imperialismo, incapaces ya de ocultar sus intenciones, sino también de aquellos burócratas agentes de la burguesía que explotan al máximo la influencia que aun mantienen sobre las organizaciones de los trabajadores y de farsantes “progresistas” que se amparan en la actual desorientación de los explotados.


Carlos García M.


Notas:

(1) Diario “La República” 13 de julio de 2010.
(2) Entrevista emitida por “Cuarto poder” (Canal 4) el 30 de mayo de 2010.
(3) Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP); reúne a más de 1,300 comunidades indígenas y casi medio centenar de etnias aborígenes. La AIDESEP es un importante movimiento indígena pero uno de sus principales problemas son las ONGs burguesas que la instrumentalizan.
(4) El Frente Popular de Francia (1935 - 1938): coalición política de socialdemócratas (PSU), comunistas (PC), organizaciones de trabajadores (CGT y CGTU) y la burguesía (El Partido Radical fue el más importante). Ganó las elecciones parlamentarias en mayo de 1936 con Léon Blum como Primer Ministro.
(5) El Frente Popular de España (1935 - 1939), coalición entre partidos burgueses liberales (Izquierda Republicana de Manuel Azaña, la Unión Republicana de Martínez Barrio, Esquerra Republicana de Catalunya de Lluís Companys) y los partidos Socialista y Comunista, con apoyo de los anarquistas y el centrista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM. El frente popular ganó las elecciones en febrero de 1936 y se mantuvo en el gobierno hasta el fin de la Guerra Civil Española.
(6) Argentina; en las elecciones presidenciales del 14 de mayo de 1989 el candidato de la Izquierda Unida, Néstor Vicente, logró 409,751 votos, apenas el 2,45% del total de electores. Resultando triunfador por el Frente Justicialista de Unidad Popular el peronista de derecha Carlos Saúl Menem.
(7) La Izquierda Unida (IU) en Perú estuvo integrada partidos del movimiento obrero: PC, UNIR (Patria Roja), PCR, FOCEP, UDP (después PUM) y de la izquierda burguesa: PSR (Velasquismo), MAS (de H. Pease, R. Ames y G. Helfer), APS (de G. Mohme).


Publicado en Revolución Socialista # 6 (Noviembre 2010)

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