abril 05, 2007

Luchar en frente único de los trabajadores

Contra la burguesía, su Gobierno y sus partidos,
por construir el poder proletario

LUCHAR EN FRENTE UNICO
DE LOS TRABAJADORES

Transcurridos ocho meses de gobierno aprista, lo que había empezado en condiciones de cierta inestabilidad para el conjunto de las fracciones de la burguesía, se ha desarrollado en una dirección negativa para los intereses de los trabajadores. El gobierno ha sido capaz hasta el momento de brindarle comodidad política a la clase que representa, el movimiento obrero y popular se mantiene en general en una situación de desmovilización, y el APRA gobierna a su gusto basado en varias formas de colaboración con el resto de partidos similares en el Congreso.

Hace un año y medio, sin embargo, todavía distintos sectores buscaban arrancarle conquistas al gobierno de Toledo, al final de un proceso que durante algunos años llevó a las masas a arrinconarlo una y otra vez, en medio de una gran crisis de desprestigio no sólo del Poder Ejecutivo, sino también del Congreso y del Poder Judicial. Pero el movimiento de masas fue incapaz de establecer una situación en que se enfrentara de igual a igual con la clase dominante en una lucha por el poder, a pesar del caos que se instalaba en la alta administración del Estado y del desprestigio en el que se hundían todos los partidos burgueses tradicionales. ¿Por qué no se pudo?.

La respuesta involucra no sólo a los sucesos en el Perú, sino a lo acontecido en el plano internacional a lo largo de la historia contemporánea: la crisis de dirección política del movimiento obrero. Se trata de la existencia de una dirección oportunista, burocratizada, que pretende únicamente minúsculas reformas sociales; una dirección que manipula, boicotea y traiciona las luchas de los oprimidos en su propio beneficio, más todavía si éstas amenazan colisionar abiertamente con las fuerzas políticas y militares del estado capitalista. Desde los momentos de mayor escalada de la lucha de clases vividos durante el gobierno anterior, un infame pacto se hizo evidente entre los políticos burgueses (oficialistas y de oposición) de un lado, y los dirigentes del movimiento obrero y campesino del otro. El objetivo ha sido sostener el régimen seudodemocrático, desmovilizar a las masas y utilizar una vez más los procesos electorales para que la burguesía pueda reponerse de su crisis política.

En estas circunstancias, algunos hechos resultaron especialmente escandalosos: entre las muchas declaraciones de respaldo de la dirección de la CGTP a Toledo a consecuencia de las masivas exigencias de vacancia presidencial, la más rotunda fue la visita del Secretario General Juan José Gorriti a Palacio, el año 2003. Poco después, el 14 de febrero de 2004, Mario Huamán, Presidente de la CGTP, expresaba su apoyo al ratificado Primer Ministro Ferrero, “para salir de la crisis”. Todo en gracia al Acuerdo Nacional con los explotadores. Luego, como de costumbre, era necesaria una medida que diera la impresión de voluntad de lucha, a manera de paliar el descrédito de la dirección reformista entre las masas. Pensado como una válvula de escape para la presión popular acumulada contra la burguesía, la cúpula de la CGTP convocó al Paro Nacional del 14 de julio, que resultó exitoso en la mayor parte del país pero no en la capital. De esta manera, la ciudad largamente de mayor concentración obrera le daba la espalda a la burocracia, cobrándole su complicidad con el repudiado Estado.

Lo que siguió fue la colaboración fiel con la burguesía en el largo opio electoral. La cúpula reformista (PC-Patria Roja) intentó volver al Congreso mediante el Frente Amplio de Izquierda, y sólo cosechó el 1 % de respaldo de una masa trabajadora hastiada de su arribismo y traiciones. Luego de haber cortejado y adulado durante años a determinados partidos burgueses (primero al APRA y a UPP, finalmente al PNP), obteniendo tan sólo humillaciones, el desvencijado stalinismo recibió esa justa y soberana cachetada del pueblo. Por otro lado, en el plano sindical, el actual desdén de las bases magisteriales hacia la mafia de Patria Roja en el Sutep, es una muestra elocuente del desprecio que genera la burocracia.


Y ahora qué

Al mismo tiempo, la burguesía en pleno y todas sus expresiones políticas, hacían de la consecución del Tratado de Libre Comercio con los EEUU un objetivo estratégico suyo; mientras la dirección del movimiento de masas que debía encabezar la lucha por la total derrota de esos planes del imperialismo y sus lacayos, agachaba la cabeza y gemía “Tratado sí, pero así no”, junto con los sectores de la burguesía agraria de Conveagro. Hoy todo ha quedado en manos de los congresistas del Imperio y hace tiempo que la lucha de los trabajadores peruanos fue rendida por su propios dirigentes.

Desmoralizado y desarmado políticamente por sus perennes mandamases, el pueblo trabajador observa ahora cómo el viejo APRA proimperialista y la demagogia de Alan García campean sin rival, ventilando las farsas de la vuelta a la Constitución de 1979, del fin de la renta básica telefónica, de la desaparición de los alrededor de 1000 services, de la desafiliación de las AFP, y tantas otras. En cambio, el regreso de su peor represión está garantizado: estudiantes limeños, campesinos ayacuchanos, trabajadores abanquinos y huancavelicanos, ya tuvieron el honor de estar entre los primeros.

Esta confortable reanimación política que sus mayordomos sindicales han obsequiado a la burguesía, sólo puede ser combatida con la reactivación de la lucha de masas, con la unidad de los oprimidos y con el esfuerzo por dotarse de dirigencias honestas que reflejen la democracia proletaria; con una política de frente único de los trabajadores, que enfrente resueltamente a la clase dominante, a su Gobierno y a todos sus aparatos políticos. Si la dirección de la CGTP, de Construcción Civil, del Sutep, de la CNA, FDTA, FDTC y de los principales gremios, no es objetivamente capaz de convocar y liderar a los trabajadores contra su enemigo de clase en la tarea histórica de forjar sus propios organismos de poder, entonces esas cúpulas caducas deben dejar de sabotear la designación de auténticos representantes, clasistas y revolucionarios, por las masas organizadas.

Trabajadores, luchemos por:

● Impedir que el TLC entre en vigencia.
● Desconocer la Deuda Externa.
● Expropiar sin pago las empresas imperialistas y privatizadas.
● Desburocratizar la CGTP y crear una única Central de masas.
● Forjar Asambleas Populares para una Asamblea Popular Nacional.
● Forjar un partido obrero revolucionario para la revolución socialista.


Marzo 26, 2007

COLECTIVO REVOLUCIÓN PERMANENTE EN EL PERÚ