Dos jóvenes tiroteados en
Andahuaylas por la Policía ha sido el bautizo mortal del gobierno de Dina
Boluarte en tan solo cuatro días. No ha tardado nada en asimilarse a cada uno de
los presidentes sicarios que se han sucedido hasta hoy. Si Castillo apuntaló su
gobierno, también neoliberal y represivo, con el simpatizante belaundista y ex
colaborador del Fujimorato en la Universidad de San Marcos, Aníbal Torres,
Boluarte ha decidido entregar el gabinete a Pedro Angulo, ultra-neoliberal
vinculado a los círculos extremos de Kuczynski, cuya primera tarea será
redoblar la represión a través de los estados de emergencia regionales
declarados para el efecto, en colaboración con Alberto Otárola, ex ministro de
Humala.
La dictadura pretendida por
Castillo mediante su fallido Golpe del miércoles 7 hubiera constituido otro período
de esta secuencia. Gasear, apalear, detener y matar es, para todo gobierno que
administra un Estado Capitalista en beneficio de la burguesía, una necesidad
imperiosa. “El Gobierno volverá a masacrar pues su auténtico bando es el
militar-policial, la ultraderecha continuará forzando la senda golpista, el
golpe reaccionario que tarde o temprano, de una u otra forma puede llegar si el
mismo pueblo trabajador movilizado no consigue deshacerse de Castillo.”
(Revolución Permanente, 24.05.22). Y efectivamente el intento de golpe se
precipitó.
Víctima de su desesperación, Castillo
fue incapaz de hacer frente a dos enemigos más peligrosos que los votos de la
mayoría congresal: el destape del corrupto entramado amical-familiar que
propició y el deterioro de las condiciones de vida de las mayorías. Una
inflación de 9% interanual, sectores enteros con índices en descenso como la
minería, la agricultura, la pesca…, las características del inexorable rumbo a
la miseria están dadas. En esas circunstancias, Castillo optó por la conducta
de todos sus predecesores: renovó en Washington su lealtad ante los magnates de
las transnacionales: "vamos a darles tranquilidad", elogiando el
"sostén de la actividad privada", mientras dirigía al Congreso una
propuesta de “consenso” que solicitaba más prerrogativas represivas para la
Policía y promovía la bicameralidad.
Confrontado con la repulsa
popular a su evidente derechización desde un inicio, Castillo debió hacer
ciertas menudas concesiones a sectores populares rurales o regionales, a fin de
no enajenarse todo respaldo. Esto fue aprovechado por la burocracia sindical y
política de la seudo-izquierda liberal para permanecer en un cínico castillismo,
representando un serio escollo subjetivo y orgánico hacia un sector movilizado de
las masas que repudia las peores fuerzas reaccionarias representadas en el
Congreso, pero que no alcanzó a comprender toda la dimensión reaccionaria del Gobierno.
Aquellas cúpulas tardaron quince meses en deslizar alguna crítica al Ejecutivo
y aun así continuaron movilizándose en su defensa. Las pretensiones golpistas fascistoides
fueron usadas como pretexto para mantener al movimiento obrero y popular condenado
a la derrota permanente frente a la burguesía y sus patrones transnacionales. Luis
Villanueva, Secretario General de Construcción Civil y del supuesto Partido
“Comunista” Peruano, concertó con Óscar Caipo, Presidente la Confiep, mantener
inmóvil la deplorable situación de los trabajadores, en la Conferencia Anual de
Ejecutivos (CADE). La dirección de la CGTP (PC y Patria Roja) elogió a la
OEA imperialista y su mascarada seudo-democrática, poniéndose a su servicio
como lo hizo en tiempos de la dictadura de Fujimori. Toda esa casta
pro-capitalista en el movimiento de los explotados es abanderada de la falaz
“democracia participativa” y enemiga del clasismo proletario.
Bloqueos, movilizaciones y
enfrentamientos ocurren en muchas regiones en este momento contra las fuerzas
ultraderechistas que hegemonizan el Congreso, buscando desactivar ese órgano de
la dominación capitalista hasta unas nuevas elecciones generales. Pero las
elecciones en esta seudo-democracia nunca traerán la derrota política real e
histórica del enemigo de clase y el pueblo trabajador no cuenta aún con un
organismo que oponerle al Parlamento burgués. Ese órgano debe ser una Asamblea
Popular Nacional que represente a todos los oprimidos y combata por conquistar
el poder en el país. Asambleas populares, comités de lucha y autodefensa en
cada distrito y provincia, son el camino para la construcción de ese poder, sin
el cual no habrá presente ni futuro con justicia y libertad. Organicémonos en
un partido revolucionario y luchemos por un nuevo Estado de los Trabajadores.
¡Huelga General Indefinida para
conquistar un Gobierno Obrero, Campesino y Popular!
12.12.22
Revolución Permanente
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