noviembre 16, 2012

Sendero Movadef: reaccionaria impunidad

El autoproclamado Partido Comunista del Perú, conocido como “Sendero Luminoso”, organización maoísta escindida en 1970 del Partido Comunista Peruano que publicaba “Bandera Roja”, llevó a cabo una lucha armada de 1980 en adelante, hasta que Abimael Guzmán, mandamás absoluto, decretara el fin de sus acciones tras la captura de la cúpula partidaria en 1992.

Durante aquellos años la lucha armada de Sendero se inició con el despliegue de contingentes guerrilleros rurales que se enfrentaban a la Policía y a las Fuerzas Armadas, para luego incorporar masacres contra la población campesina, la voladura sistemática de infraestructura estatal como estrategia militar y la ejecución sumaria individual de cualquiera que SL determinara como enemigo.

Miles, quizás decenas de miles de trabajadores del campo y la ciudad, de jóvenes y hasta niños, incluidos numerosos miembros de sindicatos y partidos proletarios, fueron asesinados por Sendero en el curso de su falazmente denominada “guerra popular” diseñada por un supuesto “Pensamiento Gonzalo”. Guzmán esgrimió esa inexistente elaboración teórica personal (“pensamiento”) para lanzar una sectaria y delirante guerra en dos frentes: contra el aparato del Estado burgués y contra todos los sectores populares que no le prestaban sujeción.

De esta manera SL pasó, muy rápidamente, de ser una organización proveniente de las filas trabajadoras (maestros y estudiantes de origen campesino) a constituirse en una versión especialmente monstruosa del estalinismo armado, semejante al Polpotismo camboyano. Eso sí, como todo estalinismo, siempre buscando explícitamente una alianza con algún sector de la clase dominante para establecer un nuevo Estado capitalista cuyo aparato quede bajo control del partido maoísta (según el significado de su pretendida “revolución democrática”, tal como lo presenta el propio Programa original publicado por el PCP-SL).

Sendero Luminoso ha sido pues, desde un inicio, un organismo ajeno al movimiento obrero, adverso y violento con sus organizaciones, un organismo programática y estratégicamente anti-marxista, cuyo objetivo jamás fue la revolución socialista en el Perú. ¿Cuál es hoy la novedad entonces? Que transcurridos veinte años de derrota militar y política, Sendero ha reconstituido con el Movadef una mínima estructura organizacional sólo para buscar, con el mismo cinismo con que antes defendía su barbarie totalitaria, la más escandalosa impunidad anti-popular que pueda imaginarse: una amnistía para todos los asesinos que participaron en el genocidio perpetrado por los gobiernos de Belaúnde, García y Fujimori en los años 80 y 90.

Queremos ser muy claros. El Estado de la burguesía peruana ha sido, históricamente, el más grande criminal político, pero los gobiernos ya citados elevaron esta realidad a su mayor cima. Es por ello que, por principio, no le reconocemos al Estado de los explotadores autoridad moral alguna para juzgar a cualquier organización levantada en su contra desde las filas trabajadoras. La clase dominante no tiene ningún derecho a mantener encarcelados a quienes se enfrentaron a su sangrienta dictadura burguesa. Luchamos siempre por la libertad incondicional de todos los presos políticos.

Sin embargo, el caso de Sendero es otro. Sendero Luminoso no sólo enfrentó al aparato institucional de la burguesía, sino a los explotados y al movimiento popular. Y esto es algo que ni como explotados ni como verdaderos comunistas tenemos por qué perdonar. Todos los senderistas responsables de crímenes contra el pueblo deben ser juzgados por Tribunales Populares elegidos por las masas. Únicamente así llegará la justicia sobre el pasado y el presente de la vida de nuestros pueblos.

Colectivo Revolución Permanente en el Perú


(En Revolución Socialista # 8 - Noviembre 2012)

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